Realizado por Centro de Estudios Nacionales de Desarrollo Alternativo
El actual sistema de pensiones funciona bajo el concepto de ahorro previsional obligatorio. Es decir un ahorro forzoso. Cuando una persona comienza a trabajar de manera formal, tanto de manera asalariada como independiente, debe ingresar al sistema de capitalización individual en una administradora de fondos de pensiones (AFP). También es conocido como cotización obligatoria
El reconocido economista Franco Modigliani demostró que si un conjunto de personas ahorra durante la
primera mitad de su vida y en la segunda mitad cada una de ellas desahorra todo lo ahorrado, incluidos sus gananciales, el resultado es la conformación de un fondo que crece indefinidamente, a sola condición que el número de ahorrantes y/o el monto de lo ahorrado por cada uno sea asimismo creciente.
Sus pares ratificaron su hallazgo y le concedieron el premio Nóbel. Merecidamente, porque en efecto así se conforman los mercados de capitales que son parte del desarrollo de las economías modernas. Si el ahorro es voluntario y cada uno de los ahorrantes lo puede retirar cuando lo estimen conveniente, se trata sin duda de un mecanismo virtuoso.
El ahorro forzoso es asimismo la causa de la grotesca regresividad del sistema tributario chileno, puesto que las cotizaciones previsionales, el segundo impuesto que más recauda establemente tras el IVA, se transfiere de inmediato, sucesivamente y casi íntegramente, a grandes empresarios, a costa del pueblo trabajador jubilado. Éste debería ser su destinatario exclusivo con lo cual dicho impuesto resulta neutro, puesto que el pueblo trabajador activo paga directamente las pensiones del jubilado.
El corolario del teorema de Modigliani, en cambio, no resulta tan virtuoso sino más bien todo lo contrario.
Si dicho ahorro se impone forzosamente al pueblo trabajador, cuyo número y remuneraciones crecen de
manera muy estable, ello resulta en un abuso gigantesco que crece asimismo indefinidamente. En efecto,
aunque se restituya íntegramente a cada persona que trabaja, devenida en forzada “ahorrante”, todo lo que aportó, incluidos sus gananciales, el fondo de salarios así conformado, que crece indefinidamente y por lo mismo no se devuelve jamás, se convierte en un gigantesco fondo de inversiones del que disfrutan
principalmente los empresarios.
Este corolario fue demostrado prácticamente por Pinochet, un bruto que de teoría no tenía idea pero de
forzar al pueblo sabía mucho. Tal demostración práctica fue parte principal de los abusos contra el pueblo
trabajador, del dictador y la rancia oligarquía que, disfrazada de “Chicago Boys”, restauró tras la derrota
genocida de la Revolución Chilena el 11 de septiembre de 1973.
Hoy el pueblo chileno, al igual que lo ha venido haciendo cada década en promedio a lo largo de un siglo, nuevamente ha irrumpido masivamente en el espacio político, a partir del 18-O. El destino de esta nueva revolución es precisamente acabar con los abusos y distorsiones de la restauración oligárquica iniciada el 11 de septiembre de 1973. El ahorro forzoso es uno de los principales abusos.
Se trata de un abuso gigantesco. En 1981 la dictadura dictó el DL3.500, que transfirió la totalidad de las
cotizaciones obligatorias recaudadas cada mes, hasta entonces destinadas a la seguridad social para el pago de pensiones ese mismo mes, a un sistema de ahorro forzoso, mal llamado ”de pensiones”.
El grueso de las cotizaciones obligatorias así desviadas fueron a parar al mercado de capitales, generando
un inmenso fondo que hasta hace poco equivalía a treinta veces el costo de las pensiones que el sistema
pagó en el último año. Dicho fondo, supuestamente de propiedad de los cotizantes, junto a las llamadas
“reservas técnicas” que respaldan las denominadas “rentas vitalicias” adeudadas por compañías de seguros, y que son propiedad de éstas, financian el grueso del capital de las empresas que operan en el país.
El ahorro forzoso beneficia principalmente a cuatro reconocidos grupos nacionales que controlan el sistema AFP. Mediante las compañías de seguros que conforman el corazón del mismo y se han embolsado primas brutas, por compras forzosas de seguros AFP, equivalentes a la mitad de las cotizaciones recaudadas desde
Asimismo, beneficia a otros dueños de grandes empresas nacionales, el 70 por ciento de cuya deuda
y 20 por ciento de su capital bursátil en el caso de las mayores, y el 10 por ciento de la deuda de los bancos, se financian con el fondo AFP y las “reservas técnicas” de rentas vitalicias apropiadas por las compañías de seguros.
Dicho desvío restó esas cotizaciones recaudadas de las pensiones de los padres y abuelas de los forzados
“ahorrantes”, las que se vieron reducidas a menos de la mitad en promedio y a una tercera parte las de
mujeres, comparadas con las que perciben sus excompañeras de trabajo que lograron mantenerse en el
antiguo sistema público.
Las cotizaciones desviadas se restaron asimismo del presupuesto del Estado, cuyos ingresos se vieron
mermados en cerca de un quinto, y cuyos gastos se cargaron con onerosos subsidios que han financiado la mayor parte de las pensiones pagadas por el sistema.
Si se agregan el resto de los gastos previsionales del Estado, pensiones civiles no contributivas y del antiguo sistema público, que son tantas como las que paga el sistema AFP, pensiones militares y otros subsidios indirectos como planes de retiro, el fisco destina hoy un quinto de su menguado presupuesto a financiar cuatro quintos del gasto nacional en pensiones. El sistema AFP aporta el otro quinto con una parte menor de las cotizaciones corrientes. En cuatro décadas el ahorro forzoso no ha pagado jamás pensión alguna.
El ahorro forzoso es así la causa exclusiva de las bajas pensiones y el origen principal del déficit y
endeudamiento fiscal, este último contraído en dos terceras partes con el sistema de AFP, y cuyo monto
equivale casi exactamente a los subsidios de pensiones pagados por éste.
En todos y cada uno de los 496 meses transcurridos desde la dictación del DL3.500 hace 41 años, las
cotizaciones recaudadas han más que duplicado el monto total de las pensiones pagadas por el sistema ese mismo mes, ese mismo año. Por añadidura, el fisco ha financiado el 60 por ciento de éstas, incluido el 48 por ciento de las pagadas en los últimos 12 meses y el 58 por ciento de las pagadas en julio 2022. Aún descontando de cotizaciones y subsidios el costo total de esas pensiones, se ha generado un excedente corriente a favor del sistema, cada mes, cada año, que en total suma mucho más que el valor actual del fondo AFP.
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