A 50 años del triunfo electoral de Salvador Allende y la Unidad Popular en Chile.Por Hugo Guzmán y Patricia Ryan

Se cumplen 50 años desde que Salvador Allende Gossens, candidato de la Unidad Popular, fuera electo Presidente de la República el 4 de septiembre de 1970. No hay otro Presidente en la Historia de Chile que se le recuerde tanto y se le rinda tan grandes homenajes como a Salvador Allende, y es porque su figura como estadista, su pensamiento y su consecuencia son respetados y admirados no sólo en Chile, sino que en todo el mundo. 

Pocos han sido en la Historia de Chile los Presidentes con verdadero arraigo popular. Antes de Allende podríamos mencionar a José Manuel Balmaceda y Pedro Aguirre Cerda que, contradictoriamente, no alcanzaron a completar su período. Aguirre Cerda (1938-19419) falleció al tercer año de su mandato, y Balmaceda (1886-1891), a quien la oligarquía le hizo una guerra civil, se suicidó decepcionado por la traición de los que veían en él un peligro para sus intereses y privilegios. 

No hay que olvidar que Allende acumula una larga trayectoria política. Postula sucesivamente en 1952, 1958 y 1964, y en el transcurso de esos años va contribuyendo a elevar la conciencia social y política del pueblo, y eso posibilita la acumulación de fuerzas que conducen al triunfo de 1970 con la Unidad Popular.  

La UP se había conformado en octubre de 1969 y al año 70 lo integran los partidos PS (Socialista), PC (Comunista), MAPU (Movimiento de Acción Popular Unitaria), API (Acción Popular Independiente), IC (Izquierda Cristiana) y PIR (Partido de Izquierda Radical). 

A diferencia de los gobiernos reformistas, el gobierno de Salvador Allende y la Unidad Popular se plantea un programa de cambios verdaderamente revolucionarios. Parte con la aplicación de las 40 medidas de urgencia, y continúa con la reforma agraria, la estatización de la banca y las industrias estratégicas, la nacionalización del cobre y un gran impulso a la educación, la salud, la vivienda y la previsión social. 

No cabe duda que el gobierno de la Unidad Popular significaba un peligro intolerable para los intereses de la oligarquía nacional y de Estados Unidos. La reacción de los grandes poderes económicos nacionales y norteamericanos, en abierta colusión, impulsaron el golpe de estado del 11 de septiembre de 1973 y a la dictadura militar que arrasó con los avances alcanzados, mediante la opresión, la tortura y el crimen. 

En los tiempos actuales se considera a Salvador Allende un ejemplo de revolucionario consecuente, y el gobierno de la Unidad popular es reconocido mundialmente como un caso inédito de revolución por la vía democrática. El proceso revolucionario chileno es, sin duda, el modelo que orienta los procesos progresistas y revolucionarios posteriores, como son los casos de Nicaragua, Uruguay, Ecuador, Bolivia y Venezuela.

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